Piramides de Egipto : "La tecnología imposible"..Según Heródoto, la construcción de la Gran Pirámide habría tenido a 100 mil hombres trabajando durante 20 años. Y Richard Mooney calculó que, si diez de aquellas piedras hubiesen sido transportadas, lijadas, pulidas y perfectamente encajadas en cada día, esa tarea habría llevado 654 años.
Ninguna momia fue hallada en su interior, ningún tesoro, ningún papiro, ninguna comida, como generalmente sucedía en los sepulcros egipcios. Tal vez todo haya sido saqueado. Tal vez la Gran Pirámide sea apenas un sepulcro real, tal vez no.
Lo que nos resta son las maravillas matemáticas, geométricas y astronómicas de aquella aglomeración de piedras. Por ejemplo: su altura multiplicada por 1 billón, es igual a la distancia entre la Tierra y el Sol. El área de su base, dividida por 2, y el perímetro de su base, dividido por el duplo de su altura, resultan el numero Pi (3,14159...). Las sombras por ella producidas marcan las fechas de los equinoccios de la primavera y del otoño, y los solsticios de invierno y verano. A través de una de sus galerías, la pirámide recogía la luz de la estrella polar de aquella época, la Alfa del Dragón, cuando la estrella Sirius iluminaba perpendicularmente su fase meridional, anunciando el comienzo de las inundaciones periódicas. El largo de la cámara real indica la duración exacta del año en días, y los lados de la base indican la duración de un año bisiesto.
¿Quién diseñó todo eso a los constructores de la Gran Pirámide? ¿Quién transportó aquella montaña de piedras hasta el lugar, y quién apiló las piedras con precisión milimétrica? ¿Serían esclavos o gigantes al servicio de padres extraterrestres?
La mitología egipcia era casi toda volcada para los cielos, comenzando por el Sol, el dios Ra. ¿Sería realmente al Sol que rendían tributos o a algún visitante a bordo de una nave semejante al astro-rey, en “un círculo de fuego”, igual al que apareció para los escribas de Thutmés 3º?
Casi todas las momias del faraón encontradas intactas tenían en su cabecera un ejemplar del “Libro de los Muertos”, uno de los libros más antiguos ya escritos por la humanidad. El registro de antiquísimas fórmulas de oraciones que permitían a los faraones, después de muertos, penetrar en la inmortalidad a través del barco volador de Amon-Ra, el dios Sol. Mas la duda aquí es la misma de tantos otros casos: ¿serán las mismas oraciones o memorias de un remoto pasado, cuando los “dioses” visitaban la Tierra regularmente?
“¡Déjame subir a bordo de tu embarcación, oh Ra!”, pide el canciller jefe Nu, en el “Libro de los Muertos”. Y él se refiere también a los “marineros divinos del cielo”. En otro párrafo del libro, se menciona a la diosa Isis, esposa de Osiris. Cuando el marido de Isis muere, surge una barca celeste (“un disco de oro”), eso cuando el Sol ya se había puesto. Osiris, el ocupante de la barca, es descripto como teniendo “el cuerpo claro y rutilante metal (...) el brillo de la turquesa lo rodea”. Y Nu, el canciller-jefe, así habla a Osiris: “Honra a tí, oh tú que vuelas en el cielo y brillas sobre el filo de la corona blanca Yo, inclusive yo, soy el que conoce las rutas del firmamento... visité las remotas, las iluminadas comarcas celestiales... navegó por el firmamento que separa el cielo de la Tierra”. ...
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